miércoles, 18 de marzo de 2009

diario panorama

Hola soy Lidia Ortega de 4A y os voy a enseñar una historia realmente increible sobre el Monstruo de Amsteten y su hija.


Antes de saber que pasaría los 24 años siguientes encerrada dentro de un sótano y sería violada reiteradamente por su padre, la vida de Elisabeth Fritzl era la de cualquier chica normal de 18 años. Elisabeth tenía novio y disfrutaba saliendo por la noche, escuchando música y practicando deportes, hábitos que no pudo sostener durante los años de cautiverio donde fue obligada por su propio padre a vivir en el espacio reducido de un sótano y a parir a siete hijos producto de las relaciones sexuales con su progenitor.

Lo más reciente que se dio a conocer del caso que conmociona a toda Austria han sido unas cartas de Elisabeth, las últimas escritas antes de que el monstruo la encerrara en el sótano y que han sido publicadas por el periódico "The Sun".

En la correspondencia se ve a una Elisabeth jovial y sociable, una chica normal de 18 años que tenía novio y que disfrutaba saliendo por la noche, escuchando música y practicando deportes como el tenis, la natación y el fútbol. Quería irse de casa y mudarse con su hermana, algo que nunca sucedió.

Las cartas están escritas en alemán y dirigidas a un amigo. Elisabeth firmaba como Sissy o sólo S. En una de las misivas, escrita 25 días antes de que su padre la encarcelara, le decía a su amigo: "¡Piensa en mí!".

En la primera de las tres cartas, Elisabeth salía de una enfermedad y comentaba a sus amigos que estaba mejor aunque seguía "sintiendo algo de dolor". Además, le decía a su amigo que estaba "muy triste" porque vivía muy lejos de su nuevo novio y le pedía que le visitara, como le había prometido, "en cuanto te saques el carné de conducir".

"Me gustaría saber si seguiremos siendo amigos cuando tengas novia. La mayoría de amistades se rompen por eso. Es muy importante para mí", le preguntaba Sissy, que se despedía diciendo "cuídate y sigue siendo un buen chico. No bebas demasiado".

La carta revelaba inquietudes que poco después dejaron de importar a la joven, como que estaba preocupada por los exámenes o que disfrutaba de la película que estaba viendo mientras escribía la carta: "Adiós, nos vemos pronto, S. ¡Escribe pronto y no te emborraches sin motivo!", concluía.

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